la noche nos dirá adiós y entre horas me alejaré poco a poco;
un poco más de ti.
Y todo estará tan calmado cuando me vaya
porque somos de los que lloran sin hacer ruido.
Por las noches desde mi ciudad
te mandaré al santo que me cuida,
que te cuide a ti
y me engañaré diciéndome que no espero nada.
Que cuando duermas en tus sábanas del color de tu boca
estarás arropado bajo el halo de mi presencia
y cada lagrima que has llorado te la cambio por dos besos de miel,
de esos que tanto te gustan,
y que a mí me envenenan
y que a mí me envenenan
y cuando me vaya todo estará tan calmado
que sólo la noche nos dirá adiós.
Yo te prometí que tu nombre no sería tristeza para mí
Yo te prometí que tu nombre no sería tristeza para mí
hoy me fijo que te mentí,
por eso empezaré a mentirme a mí mismo,
que ya no espero nada, que no lo esperaré.
No es sobre los tuyos es sobre tu incapacidad de luchar por lo que quieres.
Y todo estará tan quieto cuando me vaya
Y todo estará tan quieto cuando me vaya
como cuando te acostabas a mi lado
y tu cabello bailaba para mis manos.
Y esta noche las estrellas golpean al cielo
como para que no te deje,
pero no puedo estar un día más en tu ciudad,
y me iré quieto como cuando te abrasé bajo el agua,
no esperare nada, no esperare nada; no lo creas.
Y entre horas me alejaré poco a poco un poco más de ti,
Y entre horas me alejaré poco a poco un poco más de ti,
quieto.
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