Pudo mi espíritu olvidar sus mentiras, y llorarle charcos.
Pudo mi valor hacerse pequeño para dar chance a la oportunidad
Pudo mi orgullo ahogarse en el charco y buscarle
Pudo mi disculpa reencarnar sin haber sido culpa
y pudo este final detenerme
porque el golpe apuntó a mis sueños
y el futuro me lo quebró.
Acá una colección de charcos crece,
mi alma se quedó en mi camisa favorita
mientras planifico desaparecer.
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