Algunas veces aparece una marca sobre la pared que el agua no ha podido quitar. Aunque otros no la vean, él sí. Mario era un niño diferente en la naturaleza de sus miedos. Era lo peligroso de no tener ilusiones, amigos, mamá. Cuando estamos solos tendemos a jugar con el silencio y la soledad. El primer recuerdo de Mario lo llevaba a una escena con los ojos llenos de champú, ese era su primer recuerdo. Cuando la señora del piso de arriba se preguntaba a sí misma por los ojos tristes de Mario; no pudo ver más allá. La gente siempre hablando de la mirada triste de él, la gente siempre hablando de las cosas que no conoce. Quizá el champú le hizo algo a sus ojos, quizá los dañó.
Mario adoraba el color morado, los zapatos blancos, las arvejas, las conchas de mar, la arena en los pies. El hombre de azul adoraba a Mario, de la manera más maldita oscura y dolorosa para él, lo adoraba sin ropa, de bruces, de espalda, pero la tristeza de sus ojos era por el champú, era eso. Entonces empezó a escribir su nombre en minúsculas "mario" , pintando con azul, dolor y púrpura, de una inocencia mutilada, tirada junto al pantalón y aguantar, mientras el hombre de azul en la caseta decía "te amo" esa maldita frase. Cuando su cumpleaños llegó, mario trato de amar a otra persona, u otra persona lo trató de amar, o salvar, pero nadie más podía amarlo, solo él, el hombre de azul. Un bate bastó, madera en mano, para cuando mario volvía esa tarde a casa , chocó contra el piso y su pequeña cara sangraba, la sangre en sus ojos le hizo recordar esa molesta sensación del champú, como la primera vez que fue abusado, como todo empezó, como todo terminó, como en la caseta.
Mario adoraba el color morado, los zapatos blancos, las arvejas, las conchas de mar, la arena en los pies. El hombre de azul adoraba a Mario, de la manera más maldita oscura y dolorosa para él, lo adoraba sin ropa, de bruces, de espalda, pero la tristeza de sus ojos era por el champú, era eso. Entonces empezó a escribir su nombre en minúsculas "mario" , pintando con azul, dolor y púrpura, de una inocencia mutilada, tirada junto al pantalón y aguantar, mientras el hombre de azul en la caseta decía "te amo" esa maldita frase. Cuando su cumpleaños llegó, mario trato de amar a otra persona, u otra persona lo trató de amar, o salvar, pero nadie más podía amarlo, solo él, el hombre de azul. Un bate bastó, madera en mano, para cuando mario volvía esa tarde a casa , chocó contra el piso y su pequeña cara sangraba, la sangre en sus ojos le hizo recordar esa molesta sensación del champú, como la primera vez que fue abusado, como todo empezó, como todo terminó, como en la caseta.
Fui mario hasta los doce y ahora no sé quién soy, cuánto ha pasado, ni a dónde iré. Suelo dibujar y pintar; dejo mi firma en esa pared cada vez que termino mis obras, con mi mano firmo claro, nadie me ve aunque yo vea mucha gente, ya no escucho más esa maldita frase, ese hombre se fue a un sitio muy oscuro, sin colores, por ahora sólo me preocupa que mis ojos no luzcan tristes, por eso de la sangre y el champú, podrás saber, por ahora nadie me ve, nadie me ve.
Odio el azul.