martes, diciembre 29, 2009

Un año más

Para el blog fue un gran año, vinieron a ver muchas personas, unos publicaron (por los caminos de Sonia) y otros comentaron, otros que leyeron me llevaron a obras (bodas de sangre en el teatrex) y eventos con invitaciones especiales (Galería RR), la foto de una entrada (la línea de vellos que guiaba al ombligo de él) me llevo en un viaje en el tiempo hace más de 30 años con su protagonista en Francia.

Mucha gente vino a ver y muchas historias nacieron solas de mis manos gracias a otros (de la mejor y peor manera).
Este año viví cosas que nunca pensé vivir, atravesé distancias solo por un beso y me mude más veces que en toda mi vida, conocí mucha gente, otros se fueron para no volver. Y el que se quiera ir que se vaya y el que se quede bien aquí la pasara.

Que cada año sea mejor, y ojala que este pequeño blog sea el inicio de miles de letras más.
Gracias a todos los que este año han venido a leer. Nos vemos el que viene!

Arzola D.

lunes, diciembre 28, 2009

De tu pelo cada negro oscurito mechón

Me duele la carne
puede el dolor ser la insignia
la marca y señal de mis sienes y pecho
y aquí donde duele, seguro va el alma

Daña y me pesa,

la tristeza aruña mi cuarto
mi colchón derretido no te conoció.
Y la angustia roe la piel

ahora busca los huesos y más.
Que las manos

que son pequeñas a las tuyas se me ponen de cartón
buscando, ciego y perdido,

siempre buscando
de tu pelo cada negro oscurito mechón.


Lástima lo que no se puede.
Lastima también.
Duele hasta volverse loco.
me pisa los días
saber que no te tengo y que otro vendrá.
Que yo te prometí curarte tus penas
quedármelas yo.

Me duele la carne del corazón
el frío es un tumor negro que no se va.
La piel contaminada decide borrarte
Y la noche franciscana se llena de agua pasada
agua negra de dolor
charcos en mi mirada
muerta como todo.
Siempre triste.

No sé si escuchaste de mi principito y su rosa,
si con tu guitarra o tu piano
tocaste otra vez nuestra canción.
Memorias.
Viejo de alma, joven de corazón.
Cómo me duele parar
y cómo me llora el ángel que nos unió
la voz que nos canta.
¿Qué le pasa al mundo?

cuando muere una buena historia
¿Qué le pasa?
Las manos al escribir esto
son la colmena en llamas

Tú que querías poesía para ti,
me diste mieles,para hacerte miles
y tal vez otras mil más te haga.
Te lloro más fácil de lo que alguna vez lloré,
es que a ti no te quiero olvidar
y las razones bien las sabes como yo las sé.
Como te lloro esta noche me grita tu ausencia.
Como me duele la vida me duele el vacío vivir.
Como si un milagro existiese quisiera verte.
Como en tus campos estuve quisiera estar.
Como tus besos me marcaban me corrompe la amargura.

Lo que mi magia puede hacer,
cerca muy cerca, lejos también.
Recuerda, luciérnagas, cenizas.
El último día que te vi,
sabía que el último día juntos sería,
que la paciencia se me iría sin tu sabio rescate.
Y me voy,
voy a cerrar los ojos
que no quiero recordar más minutos de este día,
me voy a soñarte.
Soñarte esta noche sin esperanzas al irme a dormir
y las paredes de tu cuarto se me borran.
Todo se moja, se muere sin colores.

Que quiero que sepas
que la bolita que me diste el día nuestra alma,
mi amor no la metí debajo de la cama,
porque yo no tengo cama,
por eso me la meto en mi franela
o debajo de la almohada.

sábado, diciembre 26, 2009

Federico, el mar y yo

Es hoy la noche del ultimo dia del año, y frente está el mar, bajo mío un montón de arena plateada y a mi lado un joven de unos veinte y tantos años, de piel blanca, ojos redondos y un curvo mechón de pelo, que sobresale en su cabeza, y no tuviera nada de especial si curiosamente no afirmara ser el poeta andaluz Federico García Lorca.

"Pobre mar condenado a eterno movimiento, habiendo antes estado quieto en el firmamento" dijo él, con la vista puesta hacia el infinito océano, mientras el resto de las personas disfrutaba de las fiestas y podían verse a todos, a lo lejos bailando cerca de las luces en el malecón. Me quedé en silencio por momentos, silenciando así mis emociones.
¿Qué habría de hacer Federico García Lorca en medio de esta playa y en estas fechas?, de pronto decidí hablar: No quiero restarle valor a tus palabras, le dije, pero ni siquiera en lo inmensa que se ve esta noche podría creer que tú eres quien dices. Entonces volteé hacia el mar nuevamente. Lo escuché reír, y cuando voltee a verlo su sonrisa se fue recogiendo.
Él parecía no inmutarse luego de eso, y entonces recitó esta vez: "El mar es el Lucifer del azul, el cielo caído por querer ser la luz". Luego volteó y con sus grandes pupilas me miró e hizo un gesto con la boca que no podría describir, fue como si me hubiera inyectado una dosis de credibilidad, entonces luego de esto miré hacia él, vi sus ojos cerrados y empecé a creer que realmente esta noche en medio de una playa poco habitada estaba a mi lado Federico, el poeta andaluz.

- ¿Es entonces para ti el mar un ángel caído? pregunté casi queriendo no tocar lo que él había dicho, sintiéndome terriblemente torpe.
-No podría ser otra cosa, respondió, una tristeza tan bella no podría ser  otra cosa, a menos que el mar sea poeta, exclamó al tiempo que volteó su mirada hacia mí nuevamente.


¿Entonces para ser, y hacer poesía hay que estar triste? ¿Eso dices?, ¿Soy una persona triste entonces? - le pregunté en tono odioso.

A él pareció darle mucha risa mis palabras, luego que dejó de reír me dijo: "No estarlo, hay que entender la tristeza, recibirla... la tristeza del corazón. Olvidarte de lo que sabes para que la poesía te abrace enteramente, sin miedo a ser oscura, pues la poesía siempre sera clara".


Mis palabras se redujeron casi a nada, fue una lucha interna tratar de responder a esto, nació en mí una sonrisa natural que decidí regalarle, mientras él me miraba casi agradeciendo con las ojos.



—¿No te ha pasado que has tenido la oportunidad para preguntar cualquier cosa y nada se te ocurre? Dije torpemente.
-Claro, todo el tiempo, pero descuida hay preguntas que se hacen solas, y otras que solas se responden.

—¿Por qué estás aquí? es decir... se supone que tú...

—¿Que yo qué? , pregunto él con la impresión que sabía de que le hablaba.

—Que se supone que tú no deberías estar aquí, dicho esto una gran nostalgia se apoderó de mí.

Él subió la vista hacia el cielo y dijo fue una noche antes que pasara... luego dijo:
-fue la luna, la luna lunera.


—¿Que ha hecho la luna Federico?


—Esa noche la luna me habló, y con ella hice un pacto.

—¿Por eso estas aquí?

—Sí, por eso mismo estoy aquí, ella me dijo que me haría vivir por mucho tiempo, a cambio de hacer lo que ahora hago.

 —No entiendo.

—Noches como esta puedo volver y hablarle a los que le interesa, sobre lo que contigo converse, del mar, de la luna, de la tristeza, de la sencillez que canta pero que casi nadie escucha.

—¿Cuánto te quedarás?

Hasta media noche.

—Ya casi es la hora- le dije, queriendo volver beso mis palabras.

—Lo sé, verás, el hombre miserable es un ángel caído, olvida lo que debas olvidar y dejate abrazar por algo nuevo.

—¿Tal y como con la poesía?, pregunté repitiendo lo que él hace un rato me decía.

Sí, y es que no hay de otra manera.

—Ya casi son las doce, le dije a media voz.

Es noche de fiestas, joven muchacho, aquí lo que debía pasar ya ha pasado.

¿Entonces te vas? Algo mágico pasaba y yo no quería que parara.

Mejor vete tú, y yo te veo irte, dijo despreocupado.

—No Federico, interrumpí.

Entonces él me miro fijo y me dijo:
—"Escuchala, sé que la escuchas"


Esa noche fui como los demás al malecón a celebrar, a bailar entre las personas, a recibir un nuevo año dejando el que conocí, y esperando ser abrazado por el que vendrá, tal vez como todos esperan, pero a mí me lo aseguró esa noche alguien muy especial, el poeta andaluz Federico García Lorca.

Diciembre de madrugada

Diciembre de madrugada. Él me esperaba afuera con su auto, como un héroe o un ladrón vestido de negro, las luces empezaban a moverse y cuando el viento frío de la noche me tocaba, mi cara se recostaba en sus brazos y mi verano era acariciado por una llovizna.

Entraba a oscuras entre sus cosas, el cuerpo de madera y los besos de naranja y luego la mirada. Quise que fuera mi casa. Y mi yelmo se derritió cuando el contacto fue intensidad, y bajo el silencio mi acero tocó el piso y se hizo agua cuando sus dedos hicieron vapor mi fiebre.

Diciembre de madrugada. Treguas en nuestro campo de batalla, y sus manos bailaban en mi oscuridad, y la noche se hizo demasiado corta para dormir.

viernes, diciembre 25, 2009

0:16


Cuando digo que no quiero quererte
es porque te quiero
si no quiero sentir más
es porque siento tanto 
que no quiero sentir más de mucho.

Si grité hasta romperme la voz
era para que despertaras y me abrazaras,
no porque quería dejarte
yo no quiero dejarte,
y aunque alcé mi voz
ya olvidaste el mensaje.

Si me senté y no quiero ponerme de pie
es porque siento que ya no quieres caminar
de hecho deberías notar que hace días no caminas por aquí.

Por las noches que vengan voy a fingir tal vez que nunca te conocí
y la noche me dará la razón al despertar y no saber de ti,
en mi propio consejo no preguntaré,
lo que me toque hacer tú no lo sabrás.

Cuando se haga insoportable esta carga jugaré que todo lo soñé,
que me engaño con algo que no existió
y cuando no tenga sentido me inventaré estar ok.
Para cuando te des cuenta que me amas más allá de tus palabras
y que no habrá nadie como yo
y decidas quedarte
hazlo bien, sino, ya sabré que hacer.

miércoles, diciembre 23, 2009

La misma piedra

El piso nos disparó, somos un cuerpo girando en el aire mientras todo se hace lento, vemos de pronto como cada momento pasa, los buenos, los que hacen desear que nuestra memoria deje de ser selectiva. Es el caos, es la piedra en el camino que luego de aterrizar juraremos no volver a tropezar, y cuando los pies te sirven otra vez luego de ser un cuajo en el piso juramos también caminar lo más lejos que podamos de ella.

¿Qué hay de esas piedras con las que siempre tropezamos? ¿Somos naturalmente masoquistas? tal vez simplemente seamos ciegos esperanzados que a pesar de los daños creemos que la gente puede cambiar. De hecho tal vez seamos idiotas por naturaleza o fieles temerarios que buscamos saber cuanto podremos aguantar.

A veces pienso que:

Los que no nacemos libres debemos luchar por nuestra libertad, porque quizás nadie más lo haga.

martes, diciembre 22, 2009

Espérame Francisco


Y bastó solamente un día para enamorarnos.

Entonces el teléfono sonó, Daniel estaba parado en medio de una encrucijada, en medio de uno de esos días donde posiblemente todo pueda ocurrir. En este momento se entera por una llamada telefónica que acaba de ganar un premio de 900 Bs. F. Por un concurso de poesía en el cual participó hace tres meses con un poema que hablaba de un amor que todo lo supera, aunque fuera este realmente de inspiración imaginaria. Todo gira rápidamente a su alrededor. Un mes antes había conocido por Internet a Francisco un muchacho brillante de oscuros ojos y cejas pobladas, de manos grandes y alta estatura, fascinado tal vez por sus mismos intereses, por la escritura de Daniel, por el arte, y sobre todo fascinado por él. El contacto y la confianza se vieron íntimamente unidas por la fuerte similitud de pensamiento y sentir que ambos compartían, sólo una cosa les separaba, 599 kilómetros de distancia, 12 horas de viaje, y un lugar donde quedarse. Desconocidos que se conocen demasiado.

¿Y si no encontramos lo que buscamos porque no está cerca?

En las primeras conversaciones Francisco quiso confesar sus sentimientos hacía Daniel, pero este más cercano a la realidad le hizo prometer que nunca se dirían esa palabra por teléfono y sin conocerse, solo habría un "te quiero" cuando pudieran verse cara a cara. Una promesa Nació, sólo habría una posibilidad.
Una noche antes de la llamada del concurso Francisco lleno de un extraño presentimiento que lo arrojaba a la tristeza y la soledad llamó como cada noche de ese mes; esta vez cercano al llanto, temeroso de que el teléfono un día no fuese suficiente y entonces su amor distante se cansara, Daniel prometió que todo estaría bien si ambos luchaban, que las cosas más hermosas que podamos vivir a veces pueden ser las más difíciles.

Entonces a la mañana siguiente el teléfono sonó, Daniel había ganado un concurso, colgó el teléfono, sonó nuevamente era la voz de una compañera de trabajo, le decía que no habrían actividades laborales por los siguientes 4 días, él colgó estando parado en medio de una encrucijada, en medio de uno de esos días donde posiblemente todo pueda ocurrir, y entonces una sola palabra vino vuelta voz de sus labios: Francisco... iré por él (de hecho fue una frase). Había una posibilidad.

La noche llegó y como sagrada costumbre el teléfono sonó para ser colgado en la mañana, la incertidumbre de Francisco se había convertido en tristeza de nuevo, entre las horas el miedo estaba presente en su voz, en su queja por no poder decir esa palabra que sentía le quemaría la boca si la dijese. El miedo a que el nexo que habían creado se acabase dominaba esa noche, al otro lado del teléfono Daniel sentía lo mismo, miedo, solo que esta vez el universo se había encargado de abrir un camino que violase el tiempo y el espacio.
Sentía culpa de no poder robar su dolor con una sola palabra. Francisco preguntó: ¿Cómo será cuando te conozca? Mientras él mismo se contestaba, será como un "Big Bang", el mundo se hará lento en ese momento, las palabras no logran hacer una descripción de lo que pasaría, Daniel guardo silencio como un niño que oculta un secreto y Francisco se hizo triste otra vez hasta que escucho estas palabras: ¿Qué tal si te mando una carta por correo?, la escribiré a manos eso debe unirnos más, entonces se le escucho feliz y emocionado, y así Daniel consiguió la dirección de Francisco, para al llegar el día hacer una de esas cosas que por siempre recordaremos. Esa noche Francisco tomo su guitarra y le toco mientras cantaba para él.



¿Qué pasaría si una noche tenemos el poder de ir a donde queremos?

La noche llegó, en la pantalla del teléfono de Daniel salía como cada noche el numero y la foto de Francisco titilando, esta vez el teléfono no fue respondido, sólo respondió con un mensaje de texto que decía: el cartero debe llegar con mi carta que será tuya mañana en la mañana, hablaremos entonces. Daniel tomaba un autobús y al amanecer estaría en una ciudad lejana y desconocida con una dirección entre manos y el deseo gigante de poder mirar sus ojos, de tocar su cabello negro, de crear ese Big Bang que ese muchacho describía, dejando atrás los limites que otros intentaron poner, desafiando las leyes que quién sabe quién habrá inventado. Y cuando el día llego él despertó pasando por un puente en una ciudad inmensa, custodiada por un gran lago, una ciudad desconocida, la ciudad donde estaba Francisco sólo para decir en persona: Hola.

A las 7 de la mañana Daniel le decía una dirección extraña a un taxista: Casa amarilla, frente a la heladería, calle, cruce con, mientras Francisco estaba quieto y paciente dormido entre las sabanas verdes de su cama, esperando recibir sólo una carta al despertar. A las 7:30 de la mañana un muchacho con un pequeño bolso café se bajaba de un taxi frente a una gran casa amarilla y lo único que pudo hacer en ese momento fue respirar, tomar el teléfono, y respirar, llamarlo y respirar, despertarlo y respirar, decir: el cartero está afuera no me cuelgues que quiero escucharte cuando recibas la carta, y respirar, una avenida lo separaba de la casa donde se veía perfectamente la puerta que el muchacho de ojos oscuros abriría; no me cuelgues, no lo haré dijo Francisco y la puerta se abrió y Daniel observo a lo lejos a un muchacho despeinado, más alto de lo que pensó, con los ojos oscuros y brillantes como una noche nueva, en medias y shorts de cuadros, y una franela gris, Daniel imagino al verlo así que acababan de despertar juntos. Francisco dijo: no veo a nadie, Daniel dijo: Sorpresa.
En este momento pasó lo que Francisco había dicho, el Big Bang, la explosión que creo un nuevo universo, aún por teléfono se veían sus ojos brillar mojados por agua nueva, a pequeños metros de distancia, sabiendo ambos que era increíble lo que estaba pasando, entonces él dijo: cruza la calle, y Daniel entre tumbos torpes esquivando carros la cruzo, es mentira, es mentira, decía Francisco, y el tiempo se detuvo como él mismo contaba aquellas noches y la promesa de aquellas mismas murió para reencarnar en ambos cuando Francisco y Daniel se abrazaron y entre gotas de agua nueva el muchacho de la casa amarilla dijo finalmente: Estoy enamorado de ti. Y cada segundo de ese día contó, ambos suplicaron que alguien por piedad parara el tiempo, ambos sabían que sus vidas cambiarían para siempre. Y podría contar lo que pasó después pero no puedo porque mi teléfono está sonando.


viernes, diciembre 11, 2009

Cabellos de bosque


Cabellos de bosque
ojos cielo de noche,
Y cuerpo de hombre, y alma de viejo.
Dormido y callado,
Estoy navegando por la razón de tu mar,
calando en la orilla de tu ombligo,
y allá afuera un montón de tristezas mueven al mundo.
Eres tú, mi tristeza favorita.
Pero aquí. Aquí, En el recuerdo de tus piernas
piernas que me guardan a la cima del silencio
a un trozo impar de tu piel,
aquí hay tranquilidad.
Infante inquieto que besa mis sienes con boca carmesí,
Madurez inquieta, tosca e inmensamente equivocada.
Te escribo de lejos,
de un sentimiento fiel y sufrido,
Pero calmado como las montañas,
como esas que cuidan la playa de mi vida,
que me ha visto desnudo.
Como tú.
Cabellos de bosque, cuerpo alumbrado.
Ojos cielo de noche,
Llorar, llorar y llorar.
Y cuando tu osamenta se fascinó por mi materia,
rompimos aquella  famosa ley,
y los polos iguales hicieron atracción
Y aprendimos el lenguaje de los huesos.

Muchacho anclado a mi mente y yo a tus piernas,
Amarrado, amarrado a tu cuerpo
Y alma de viejo dormido y callado.
Siempre.

Esperar y Pedir

En una realidad que se mueve tan rápido y parece no esperar a nadie habemos un grupo de personas esperando, de hecho les sorprendería saber la cantidad de seres que esperan algo, si el resultado termina siendo toda la población no debería sorprendernos.


Maura siempre es abatida por la soledad cuando se da cuenta que a sus cuarenta y tantos son contadas las veces que ha sido abrazada por su mamá. Luis un adolescente de unos 17 siempre compartía los viernes en la noche con Armando que es su mejor amigo, pero desde que hace un mes Armando tiene novia Luis se ha sentido bastante ignorado por su mejor amigo. Javier un muchacho de veinte lleva toda su corta vida tratando de sobresalir entre estudios y actividades extracurriculares, a pesar de que su novia y amigos están orgullosos de sus logros nunca a escuchado a sus padres decir algo que se asemeje en afecto a "estamos orgullosos de ti". Teresa lleva dos meses haciendo dieta y ninguna de sus amigas se ha dado cuenta que ha bajado 5 kilos. Daniel ha pasado la mejor cita de su vida en compañía de Franco y sabe que terminaría siendo aún más perfecta la noche si Franco le pide en ese momento que sean novios ya que él por reglas propias no se permite hacer esa proposición. Finalmente Bella pasa todo el día frente al telefono preguntandose porque Anna la chica que ama con locura no la llamo en todo el día.


¿Qué pasaría si dejamos de esperar y empezamos a pedir? si rompemos con la manía de que las personas nos lean la mente, ¿tal vez empezaríamos a caminar en zapatos diferentes?. Qué pasaría entonces si decimos: abrázame, busquemos un día, siéntete orgulloso de mí, me estoy cuidando, valórame, no me ignores, ¿quieres ser mi novio?, ¿por qué demonios no llamaste?. Tal vez el resultado sea diferente, tal vez esté en nosotros crear cambios en otros, llevar de la mano una consiencia creada. Tal vez sólo hace falta abrir la boca.

domingo, diciembre 06, 2009

10:16

Me voy a dormir esperando una repetición de ti,
nadie necesita saberlo.
Vienen nuevos días
el calor hace blando el hierro
y cuando las paredes se empiecen a caer,
Y si el peso de la multitud viene
está bien, puedes correr
y esconderte si quieres
otra vez en mi piel.

Por los caminos de Sonia


A los 16 años escribí esto siendo una de las primeras cosas, primero como un poema y luego como la historia que fue. Hoy el diario de circulación nacional "Ultimas noticias" lo ha publicado.




Ella no sabía nada de mí, aún así yo sabía mucho de ella. Sostenía bolsas llenas de cosas en ambas manos. Su nombre era Sonia, nunca me atreví a hablarle, solo la observaba de lejos, fue un día que la seguí y supe que ella estaba en un mundo distinto al que yo conocía, día a día salía de su departamento a revisar basureros. Salía de casa con las bolsas vacías y llegaba con las bolsas llenas. Su cabello era como el universo, oscuro y desordenado, usaba una pequeña cola de caballo.


Un día pasó sonriendo cerca de mí y entonces ideé mi plan. Lanzaría un billete en uno de los potes de basura que ella revisaba y así encontraría ella algo de valor. Por desgracia cuando Sonia se acerco tomo todo de la basura menos el billete, esa no era la clase de riqueza que ella, la mujer con el cabello como el universo buscaba. Entonces fue así como espere un día más para estudiar los caminos de Sonia, los caminos que ella recorría sin importar feliz o triste, pero siempre sonriente.


Al pasar los días llego el momento estudiado, esta vez en lugar de colocar dinero, coloque un viejo y bien cuidado libro del Principito (que es mi favorito). A distancia vi como ella sonrió al tener el libro en sus manos y colocarlo dentro de una de sus bolsas, el momento fue completamente cinematográfico para mí. De este modo logre ser parte de su historia, de los caminos de Sonia. Aunque ella no supo y tal vez no sepa ni sabrá nada de mí... yo se mucho de ella.


miércoles, diciembre 02, 2009

Casa de tierra

El sol se despertó tarde tarde, la niña María despertó antes, la barriga no se le calla,

lo que se escucha es el hambre, cuando no hay piso que pisar lo que hay es tierra que no se barre,

y la bebé del corral empezó ya a llorar.

que aquí no se duerme hasta tarde, ni se come dos veces y menos pastas o carnes,

que la casa es de metales y alambres y sólo las velas van a alumbrar.

Y se despertó la niña María que no se quería despertar,

y a la bebe del corral la muerte la vino a buscar y ella si se quería levantar,

que la muerte no sabía que en esta casa de tierra ni se come, ni se comerá,

que flaquita y liviana la vino a buscar, pobre niña María que ya se echó a llorar.

Broza

Eres un soñador,
las fantasías de tu cabeza se sienten en tu respiración,
hay palacios en tu mente
no se comparan con la broza en mi cabeza.
Dices que todo estará bien, tienes más fe en mí vuelo de la que yo jamás tendré,
dices: no es tan difícil, que mi grandeza no te sorprenderá.

Y ahí viene tu voz verde.
Pero las ventanas de mi mente se empiezan a cerrar
y la voz de mis miedos se hace dominante, 
me di cuenta desde el momento que te conocí 
que presenciaré a distancia verte crecer.

Dices: el camino será para los dos, 
dices: te llevaré conmigo. 
Yo dije: no digas más y me quedé callado.
¿Qué hay si el dolor es más grande del que te he mostrado?
Dices: siempre estaré para ti, peleando por ti.
Yo digo: nunca dejaré de luchar,
Aún cuando siempre significa mentir
yo estoy rezando por un milagro, 
ha sido mi decisión creerte.