Y aunque las hojas caen
esta tierra no sabe de otoños
esta tierra no sabe de otoños
sólo los árboles juegan a desintegrarse sin sentir nada.
Yo hago lo mismo, ya no siento nada
Yo hago lo mismo, ya no siento nada
aunque sé que por dentro se restan los pedazos.
Bajo los escombros de tus miedos infantiles estoy yo,
y ahí me quedaré muchos días
que vueltos bloques serán luego meses,
ya verás.
Sabiendo que no mueves tus pies
a falta de voluntad y no por ataduras,
eres preso de tu mayor excusa,
porque en días como estos
no hay libertad que sea de fácil naturaleza,
entonces he decidido seguir.
Ha empezado a llover,
vino ya la primera lluvia del año,
esa que tanto esperé
pero en mi casa nunca llovió
y tu luz se me apagó,
y al no esperar ya nada me doy cuenta que te dejo ir
que finalmente entendí
que el respeto a el amor debe ser lo que nos haga susurrar palabras hermosas,
que la distancia no basta,
y que el sentimiento más grande de nuestras vidas
no debe ser alimentado de intentos.
Al llegar la hora de dormir
trato de poner cada detalle en mi mente de ti
bajo la arena de mi mar
bajo conchas plateadas
entonces tu nombre, tu voz, tus manos,
tu apellido, y tu amor...
todo queda guardado,
ahí te guardo
donde están las cosas que no puedo tener,
y entonces juego a que todo lo olvidé.
Y me voy.