Viernes 27 de Noviembre
Sí, viaje toda la noche para en la mañana conocerte.

Caminábamos, corríamos, hablábamos, nos besábamos, gritábamos, reíamos, comíamos, peleábamos, nos abrazábamos, nos bañábamos, nos despedíamos, hablábamos horas al teléfono, nos volvíamos a ver, caminábamos, nos tocábamos, nos callábamos, nos besábamos, nos desvestíamos, leíamos, escribíamos, creábamos, escuchábamos música, nos influenciábamos, nos emborrachábamos, cantábamos, nos uníamos, decías mi nombre, decía yo el tuyo, nos besábamos, dormíamos, y despertábamos, y no estabas y después sí, y después no, y después no. O sí?, el asunto es que no me se ni siquiera tu nombre completo, y no me importa.

En lo pequeño de este cuarto tengo: dos ventanas de formas muy bonitas y algunos vidrios de colores. La ducha es estrecha, pero tú y yo estaríamos allí sin problema alguno. Recuerdo cuando te conocí. Pensé que sanaríamos juntos. Pensé que estando aquí doblaría tu franela, deberías ver cómo lo hago, nadie lo hace como yo, es lo característico de la torpeza. Tristemente mi cuartico no te conoció y tú menos a él. Porque había flojera en esas ganas perdidas, equivalentes a una falsa política; que mucho dice y poco hace, tú: amor desechable. Pero quiero que sepas que mis paredes te esperaron, por pura insistencia mía, a fin de fin de cuentas era yo quien se moría por conocerte, y es sólo ese deseo, que se expande para luego morir, aquí en mi cuartico.