martes, diciembre 22, 2009

Espérame Francisco


Y bastó solamente un día para enamorarnos.

Entonces el teléfono sonó, Daniel estaba parado en medio de una encrucijada, en medio de uno de esos días donde posiblemente todo pueda ocurrir. En este momento se entera por una llamada telefónica que acaba de ganar un premio de 900 Bs. F. Por un concurso de poesía en el cual participó hace tres meses con un poema que hablaba de un amor que todo lo supera, aunque fuera este realmente de inspiración imaginaria. Todo gira rápidamente a su alrededor. Un mes antes había conocido por Internet a Francisco un muchacho brillante de oscuros ojos y cejas pobladas, de manos grandes y alta estatura, fascinado tal vez por sus mismos intereses, por la escritura de Daniel, por el arte, y sobre todo fascinado por él. El contacto y la confianza se vieron íntimamente unidas por la fuerte similitud de pensamiento y sentir que ambos compartían, sólo una cosa les separaba, 599 kilómetros de distancia, 12 horas de viaje, y un lugar donde quedarse. Desconocidos que se conocen demasiado.

¿Y si no encontramos lo que buscamos porque no está cerca?

En las primeras conversaciones Francisco quiso confesar sus sentimientos hacía Daniel, pero este más cercano a la realidad le hizo prometer que nunca se dirían esa palabra por teléfono y sin conocerse, solo habría un "te quiero" cuando pudieran verse cara a cara. Una promesa Nació, sólo habría una posibilidad.
Una noche antes de la llamada del concurso Francisco lleno de un extraño presentimiento que lo arrojaba a la tristeza y la soledad llamó como cada noche de ese mes; esta vez cercano al llanto, temeroso de que el teléfono un día no fuese suficiente y entonces su amor distante se cansara, Daniel prometió que todo estaría bien si ambos luchaban, que las cosas más hermosas que podamos vivir a veces pueden ser las más difíciles.

Entonces a la mañana siguiente el teléfono sonó, Daniel había ganado un concurso, colgó el teléfono, sonó nuevamente era la voz de una compañera de trabajo, le decía que no habrían actividades laborales por los siguientes 4 días, él colgó estando parado en medio de una encrucijada, en medio de uno de esos días donde posiblemente todo pueda ocurrir, y entonces una sola palabra vino vuelta voz de sus labios: Francisco... iré por él (de hecho fue una frase). Había una posibilidad.

La noche llegó y como sagrada costumbre el teléfono sonó para ser colgado en la mañana, la incertidumbre de Francisco se había convertido en tristeza de nuevo, entre las horas el miedo estaba presente en su voz, en su queja por no poder decir esa palabra que sentía le quemaría la boca si la dijese. El miedo a que el nexo que habían creado se acabase dominaba esa noche, al otro lado del teléfono Daniel sentía lo mismo, miedo, solo que esta vez el universo se había encargado de abrir un camino que violase el tiempo y el espacio.
Sentía culpa de no poder robar su dolor con una sola palabra. Francisco preguntó: ¿Cómo será cuando te conozca? Mientras él mismo se contestaba, será como un "Big Bang", el mundo se hará lento en ese momento, las palabras no logran hacer una descripción de lo que pasaría, Daniel guardo silencio como un niño que oculta un secreto y Francisco se hizo triste otra vez hasta que escucho estas palabras: ¿Qué tal si te mando una carta por correo?, la escribiré a manos eso debe unirnos más, entonces se le escucho feliz y emocionado, y así Daniel consiguió la dirección de Francisco, para al llegar el día hacer una de esas cosas que por siempre recordaremos. Esa noche Francisco tomo su guitarra y le toco mientras cantaba para él.



¿Qué pasaría si una noche tenemos el poder de ir a donde queremos?

La noche llegó, en la pantalla del teléfono de Daniel salía como cada noche el numero y la foto de Francisco titilando, esta vez el teléfono no fue respondido, sólo respondió con un mensaje de texto que decía: el cartero debe llegar con mi carta que será tuya mañana en la mañana, hablaremos entonces. Daniel tomaba un autobús y al amanecer estaría en una ciudad lejana y desconocida con una dirección entre manos y el deseo gigante de poder mirar sus ojos, de tocar su cabello negro, de crear ese Big Bang que ese muchacho describía, dejando atrás los limites que otros intentaron poner, desafiando las leyes que quién sabe quién habrá inventado. Y cuando el día llego él despertó pasando por un puente en una ciudad inmensa, custodiada por un gran lago, una ciudad desconocida, la ciudad donde estaba Francisco sólo para decir en persona: Hola.

A las 7 de la mañana Daniel le decía una dirección extraña a un taxista: Casa amarilla, frente a la heladería, calle, cruce con, mientras Francisco estaba quieto y paciente dormido entre las sabanas verdes de su cama, esperando recibir sólo una carta al despertar. A las 7:30 de la mañana un muchacho con un pequeño bolso café se bajaba de un taxi frente a una gran casa amarilla y lo único que pudo hacer en ese momento fue respirar, tomar el teléfono, y respirar, llamarlo y respirar, despertarlo y respirar, decir: el cartero está afuera no me cuelgues que quiero escucharte cuando recibas la carta, y respirar, una avenida lo separaba de la casa donde se veía perfectamente la puerta que el muchacho de ojos oscuros abriría; no me cuelgues, no lo haré dijo Francisco y la puerta se abrió y Daniel observo a lo lejos a un muchacho despeinado, más alto de lo que pensó, con los ojos oscuros y brillantes como una noche nueva, en medias y shorts de cuadros, y una franela gris, Daniel imagino al verlo así que acababan de despertar juntos. Francisco dijo: no veo a nadie, Daniel dijo: Sorpresa.
En este momento pasó lo que Francisco había dicho, el Big Bang, la explosión que creo un nuevo universo, aún por teléfono se veían sus ojos brillar mojados por agua nueva, a pequeños metros de distancia, sabiendo ambos que era increíble lo que estaba pasando, entonces él dijo: cruza la calle, y Daniel entre tumbos torpes esquivando carros la cruzo, es mentira, es mentira, decía Francisco, y el tiempo se detuvo como él mismo contaba aquellas noches y la promesa de aquellas mismas murió para reencarnar en ambos cuando Francisco y Daniel se abrazaron y entre gotas de agua nueva el muchacho de la casa amarilla dijo finalmente: Estoy enamorado de ti. Y cada segundo de ese día contó, ambos suplicaron que alguien por piedad parara el tiempo, ambos sabían que sus vidas cambiarían para siempre. Y podría contar lo que pasó después pero no puedo porque mi teléfono está sonando.


15 comentarios:

Anónimo dijo...

s demasiado lo que logras escribiendo vale.. me imagine asi todo.. verga que lindo!!! son cosas que un cree que ya no suceden.. y las fotos de la historia me encantan.. =) bello!.

Gbyx

Anónimo dijo...

D: que regalo mas lindo le puedes dar a una persona q una historia como esta?? es de pelicula!!! D: q lindo todo! <3

kari

Unknown dijo...

Dani, creo que nunca había comentado en tu blog pero esta vez es obligatorio.
Esta historia -tu historia- me hace agua los ojos, es de esas cosas geniales que, a la gente como nosotros, nos gustaría que pasen más seguido en la vida!
Mis más sinceras felicitaciones por haber logrado semejante experiencia y espero que tengas toda la felicidad que mereces!

Andrea Guarisma dijo...

Ya te dije que eres mi héroe :'D

Anónimo dijo...

Totalmente de la hisotoria de una pelicula <3.

Alex.

Eduardo Bello dijo...

Que te ha quedado muy bonito, si desde espectador me encanta, no sé como te has de sentir tu siendo el protagonista. Saludos a Francisquito. Pepe Grillo

Manuel dijo...

Que hermosas palabras, definitivamente has relatado el encuentro como si me lo estuvieses contando al oido. Asì de ìntimo se sintiò.

Claudia dijo...

Cómo lo haces? cómo haces que la gente deje de lado sus pensamientos para escuchar los tuyos mientras lee lo que has escrito? Eres maravilloso.

Anónimo dijo...

Jodidamente espectacular ♥

JoaKo dijo...

Amo que estas cosas ocurran. Que la gente siga a su corazón.

JK

Anónimo dijo...

como dijo karina "es de pelicula" y hasta mas...simplemente hermoso y lo que lo hace mejor todavia es que fue algo real y te paso a ti y a el..felicidades.

Daniel Ratti.

Anónimo dijo...

Hermosamente Increible.

Mariana.

Ayna dijo...

sin palabras...eso...sin palabras...

Anónimo dijo...

Wow... no tngo palabras que puedan expresar lo extraño que me hizo sentir este relato, la manera tan increible en la cual me siento identificado, el miedo a no tener el mismo final, la emocion de pensar y de anhelar tantas cosas y llenar mi cabeza de preguntas... Debo compartir muchas ideas contigo, es algo quiero enseñarselo a ese alguien, pero a la vez no... Daniel, simplemente quede asombrado, es excelente, sinceramente excelente.

Anónimo dijo...

Por el hecho de vivir y hacer cosas como estas siempre ... y de seguro tendras bellas historias de amor.

Sandra G.