Hay noches donde una voz bajita nos dice al oído que no hagamos ciertas cosas, tal vez esa voz busque estancarnos o prevenirnos. Noche, una de aquellas donde me invitaron a una fiesta de esas. Donde la normalidad masiva y la carencia de mente parece abundar más que oxigeno en la atmósfera, hay presencias que pueden resultar altamente dañinas ante nuestras obsesiones y compulsiones. Era una de esas noches donde me doy cuenta de lo alérgico que soy a la gente, de lo detestable que me puedo volver y de la gran cárcel que llevo por dentro (pero que amo y dependo), una de esas noches donde me di la suficiente importancia como para sentirme más que mucha gente, aunque siempre se diga que somos iguales NO ES ASí, no somos iguales, algunos somos más que otros y otros son más que nosotros, simplemente hay que ver alrededor para ver quién aporta y cambia y quién no, eso basta para sentirse especial y diferente. Hay mucha gente dañada allá afuera al menos mis daños no me obstaculizan a buscar un mundo mejor. Soy geneticamente incapaz de ser feliz , pero esto no quiere decir que sea alguien en constante aflicción por la tristeza. Me defino como alguien de emociones intensas.
Fue una noche interminable, enferma, asquerosa, detestable, sucia ni si quiera el alcohol pudo apagar las emociones dañinas que empezaron a brotar sentía que odiaba a todos a cado uno profundamente al punto de mentalizar cabezas explotando y sangre a montones. Lo sabia no eran ellos era yo, era mi falta de paciencia, soy el del jodido problema y no me importa, nunca debí ir a esa fiesta pues mis monstruos internos empezaron a jugar conmigo debía salir de allí en medio de la madrugada en un sitio desconocido, debía tomar un taxi, sentía cada paso al salir de ese lugar tan espantoso y simple, las calles se hacían pequeñas el frió subía y me dio un ataque de tos mientras trataba de huir. No paso siquiera un taxi, estaba atrapado. La conducta de muchas personas empezó a ganar sobre mí, nada podía hacerme escapar de ese sitio lleno de enemigos en serie con su contagiosa estupidez, me estaba comiendo a mi mismo.
Mi escape fue un intento fallido, mientras maldecía internamente al universo escuchaba las risas de todos, peor aun así no veía a nadie, porque he llegado a ignorar a la gente a tal de no verlos.
Entonces pasó; me di cuenta que tenia un ataque inevitable de pánico sentía que iba a reventar, salí corriendo me escondí detrás de un carro y sentí la obligatoria necesidad de hacerme daño, busque algún vidrio, o algo que cortara pero no lo encontré, busque en mi bolso por alguna otra cosa y fue en vano, hasta que vi adherida a mi bolso una chapa que decía: "Yo love me" (bastante irónico y sarcástico), la chapa fue la salvación la arranqué y levanté su alfiler, apuñalé mi brazo compulsivamente sin entender cómo cada vez que lo hacia me iba desahogando, supe lo oscuro que soy, realmente siempre lo he sabido, he estado en suficiente contacto conmigo como para conocer mi naturaleza y mis limites, mis oscuridad y mi luz. Se acercaba el final de todo, llego una amiga que sugestivamente vio a corta vista algo de mi autoflagelador acto, me preguntó qué hacía, le dije que nada, agradecí al alcohol que desenfoco su vista y no pudo ver que mi brazo había quedado como un colador con puntos de sangre hechos por una chapa de decía "que me amaba mi mismo", luego de esto mi soledad (mi sagrada soledad) fue violada por el mismo grupo de idiotas del cual escapé. Finalmente un taxi llegó, creo que pasaré un rato sin salir, no estoy en condiciones para el mundo. !Buenas noches!