Voy a pararme un minuto y dejar de sentir, por cada sentimiento, que me decían que existía y no era así. Voy a reprenderme algún momento por ignorar el consejo de no acercarme a la mala junta. Voy a taparme, porque no dije ayer que las revisiones sin permiso son una falta de respeto. Algunas personas no nacemos para algunas cosas, y me pregunto ¿por qué si el síndrome me pedía que no me tocasen, fui tan inepto por tratar? Y ahora la ansiedad otra vez me rompe el cuero y la carne. Si el hombre es ciego al esfuerzo ajeno, si el hombre se saca el pecado del bolsillo para meterlo en el del otro y acusarlo. Si el hombre pide historias que no llegan a años, Si el hombre pronuncia mi nombre pero no lo siente.
Uno nunca debe confiar, en esas personas que no pueden sacar el sentimiento de una palabra, que ven su mal en otro. Hay decepciones que no nos caben el cuerpo, hay finales que reconoces porque te paran la vida, te paran un tiempo, te paran y ya.
Y me pregunto ¿Dónde está aquel cielo al que sabías? Si ahora tu sequía me quema la boca. ¿Dónde está ese amor que no se siente? el que se pronuncia irresponsablemente y ojalá te parta la boca. El dolor que se siente le gana al amor que sólo vive en tu voz. Voy a pararme un rato y no daré la cara, porque uno no debe confiar en el hombre que dice nunca y para siempre, porque significa por poco tiempo. Uno no debe guiarse por el que te pide que sonrías sin hacerte reír, y no sonrío porque no ando feliz. Por más que advertí, que mi libertad no debe ser tomada, que no dieras el buenos días si no era para cada día, que no, que no, que no, que no, que no. Que malditamente no. Entonces me limpio la cara, la cara mojada en la madrugada porque ahí viene mi procesión, y está bien. No es la primera. Mientras, debo parar, debo parar, debo y necesito parar. Descuida.No es contigo, tú no me ves.
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