miércoles, septiembre 05, 2012

Hormigas rojas en la cama del niño

No vine a domar mi sufrimiento, vine a amaestrarlo para hacer piruetas. Mi inquietud nació, de mi cama de hormigas rojas. Que no me mate el intento de país, es decir su gente que le arroja heces a las diferencias, que se limpian el orto con las hojas que yo leo, que si hablan tanta mierda han de tener por boca un culo. Aquí se acostumbraron a la lluvia de sangre. No vine a quedarme. No puedo quedarme. No quiero quedarme. A veces el cielo que ansío pareciera que me despegará las pupilas y me llevará a mi casa, a mi casa que no conozco. Siempre te extrañaré madre. Escondí mis deseos de jugar con muñecas mientras afuera mataban maricas, se quedaron mariposas de plomo, inertes en mi cabeza. No he llorado un solo muerto, he llorado a un par de amantes, sintiéndolos como agujas bajo mis uñas. Sin embargo te hablo como a los muertos, con el tiempo inservible en la punta de la lengua, como quien sabe que nada cambia ya, amante. El amante se muestra dulce, se muestra desnudo y luego no se muestra, y yo vengo a meterle mi precocidad por la boca, hasta que se vuelva idiota e invente cosas sobre mí. Entonces no me pidan calma, no llamen furia a mi colección de injusticias. Era yo la cosa frágil deseando púas para defenderme, era mi amante el ser más poderoso del universo. Y luego de las lágrimas era uno más. Ahora no es nadie. Ahora yo soy la guerra de los negros muertos, de los gatos injustos, de las madres solas. Soy un mal sumiso, un sumiso fallido, porque soy la victima que planea la venganza, manejo la violencia en mi cabeza, porque crecí entre la violencia, en mi cama de hormigas rojas, soy la rebelión por guardar la violencia sólo para mí, voy a meterme todos los silencios en el cuerpo. Serán las palabras cucarachas corriendo ante la luz del silencio. Aquí mi rebelión, gracias inquietud.

1 comentario:

Karl André dijo...

Que nos expatrien la tierra, pero que no nos expatrien las letras.
He vuelto después de unas vacaciones no planeadas en la nada.
Que tu dolor es tuyo y nadie puede decirte que sufras más o que sufras menos.
He pasado para decirte que si te vas a la casa desconocida de las estrellas.
Que tu cuna sean letras, que siempre han brillado, cual estrella perenne.
He dicho que maten a las hormigas rojas, pero se multiplican, cuando deseo su muerte.
Gracias por seguir escribiendo. Gracias por seguirlo compartiendo.