sábado, noviembre 01, 2014

Anónimo

Un jesuita junta sus manos carnosas para rezar
después de andarme viendo
suspiro por no gritar
yo me fijo en la ventana llorosa 
y cuento lágrimas de miles de hombres
mientras el tren gris me lleva lejos
de personas que duelen a lugares que duelen hay  historias
no he podido quemar aquellos puentes
que me llevan a la hora de la agujas 
y Javier me escribe pero no sé quién es
 y poco me gustan los anónimos
porque yo necesito mirar
pero es grandioso cuando un extraño te desea amor
se robaron la mitad de mis cosas
yo no tengo país
pero lato en la tierra del oprimido
y no sé si volveré a crecer
veintitrés kilos pesa mi vida
a veces no quiero ser yo
hasta que siento tulipanes en mi interior
ahora que lo pienso
ha sido un buen año. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

No te enojes. Mi anonimato viene del deseo de no pasar desapercibido ante tus pupilas. Han sido mil años de felicidad leer mi nombre en tu poema, y mil años saber que sabes que te deseo amor, tanto como el que tú desprendes con cada línea de verdades que escribes, que son todas. A mí tu lucha "social" me produce admiración, pero son tus letras las que me dan años, siento tu latir por tantos años de opresión, siento que habitas por mí ese lugar donde los hombres no tienen país, y ahí prefiero estar, sintiendo que cada uno de tus años son buenos, sintiendo que veintitrés kilos de peso para mí son un mundo, por tener en tu boca, la palabra adecuada. GRACIAS INFINITAS.