domingo, julio 08, 2012

Quinta Carta

Si aún pudiera hablarte en este momento, que es mi momento más solo en el día, te preguntaría esperando humanidad ¿Has tocado fondo? ¿Cuánta valentía o cuánta desesperación hay en eso? Sin embargo, yo tan roja, con tanto ardor en el estómago y con la cara tan mojada, contigo, toqué fondo. Y todo porque tú me acostumbraste a informarte todo, al llegar, al salir, al comer, al hacer cada cosa. Aunque tú en los últimos tiempos, no cumplieras esa condición. Claro que hay valentía, y sangre caliente, y alma herida, para decirte: No te vayas. Y llorarte todos los días, e irme a las escaleras de tu casa, y llorarte en ellas, y que a ti simplemente te irritara hasta apretar los dientes y agarrarte la cabeza. Eso es tocar fondo. Y recuerdo cuando tú  lloraste en mi cama, y dijiste: No me dejes nunca. Mi alma vibró tanto, que yo también lloré y te abracé y te sobé la barriga para dormir. Qué diferencia. Y puede uno cuidar setecientas noches el sueño de alguien, curar nueve fiebres, y sobarle la barriga para hacerlo dormir, y luego esa persona, bajará su mirada al encontrarse contigo en la calle. Y ahora sigo tan roja y seca y con tanto ardor en el estómago, y tus manos que viven a quince minutos no harán nada por mí. No hay pecado en dejar de querer a alguien, esas cosas pasan. Pero tiene mucho de malo en fingir y no advertir a tiempo. En decir palabras de amor y que sean bolsas vacías que me asfixiarán hasta tu olvido. Ya no están mis pies en tu boca, ni mi mano en tu barriga, ni tus ojos sobre mí, ni tu manía de desvestirme cuando la puerta cerraba. Están aquí en el charco que soy, todas las promesas que olvidaste cumplir. Me he cortado el cabello, igual se me cae a montones desde que te fuiste y no fuiste valiente para admitirlo. El cuerpo se me marchitó un poco. Eso es tocar fondo. Cuando has amado a alguien deberías vibrar cuando esa persona llora, no deberías fastidiarte. Y menos si eres tú quien lo causa. Este cuarto aún te proyecta, y a veces la tarde trae el eco de tu voz suave, con un tono casi fingido. Mi ropa te proyecta desnudo, y ahora tengo que sacar mi tristeza tuya, de mi ropa.  Tengo un frío que no se quita con nada. Tú ahora sólo recuerdas lo malo, para aliviar tu mente. Tú que no admites, yo que te lloro y pido perdón por mis errores y los tuyos, y tú bajas la mirada, y sigues con tu vida. Eso es tocar fondo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sutilmente perfecto.