Tú que tanto me has mirado ahora dudas en tocar, pero papi-dedos-largos mi precocidad me pide siempre algo mayor que yo, llena por favor mi vacío con tu exageración. Tengo hábitos que alguien de mi edad no podría entender. No quiero limpiar mi desastre porque estoy jugando en él. Entonces la gente trata de corregirme cuando sólo hace falta adaptarse. Y si es perverso para ti, podría yo optar por ser la presa. Pero no usaría mi fuerza contra ti, encontrarían descanso mis ojos cansados en la oscuridad sembrada debajo de tus hombros. Es el intercambio de las pieles, el baile de los tiempos y el juego emulado de hombre y mujer. El mensaje está en la prosa. No hay que emular cuando se trata de esencias. Qué ofensa cuando me llamas por mi nombre, quisiera romper todo. Pero tú que has mirado tanto papi-dedos-largos, yo sólo quiero ir a donde no he ido. Encender mi locura en el monte de tu paz. Conocer tu sitio, acabar con esta angustia de nunca haberlo hecho. Terminar con esta tristeza de un sólo golpe con tu piel dentro.
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1 comentario:
El baile de los tiempos. Ese que no para.
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