Olores...

Olores... por medio de ellos nuestra memoria puede excitarse a tal punto de llevarnos en el tiempo a lugares y a personas, es algo científico tiene que ver con neuronas como casi todo.

Siendo especifico el olor a limón me recuerda a una de mis mejores amigas (Kruscalla), porque siempre hacíamos muchas cosas con limones, el olor a arepas y café me recuerdan a mi mamá y olor a playa me lleva a choroní, la transpiración me hace pensar en otra amiga (Cristina, no tengo el valor para decirte que siempre hueles así), el incienso de coco me recuerda a alguien cercano que lo usaba para disimular el olor a marihuana, el perfume típico de mujer bonita me recuerda a Ana mi amiga del trabajo , me gusta como huelen los pimentones porque me hacen sentir que amo cocinar para alguien, lo curioso es cuando algún aroma nos lleva a algo que buscamos no recordar digamos que se torna desagradable.

Esta mañana al llegar al trabajo algo en mi computadora olía a manzanilla, sería inofensivo y agradable en otro caso... pero ese caso no es el mío, estos son los hechos: fue cuando me mude con esta persona no mencionable (por el hecho de no encontrarle un termino), el primer champú que compre fue uno de manzanilla y dure con el respectivo olor todo ese mes, si mi cabello olía a manzanilla y el suyo también, al caer en esta realidad donde ya nuestros cabellos no huelen igual, el olor se hizo detestable y empece eufóricamente a revisar que demonios tenia esta fragancia... fue al final de la tarde cuando entre al baño y me di cuenta que eran 4 rollos de papel higiénico con esencia de manzanilla (demasiada esencia diría yo), era un hecho el papel debía morir (o lo que fuese), entre al baño con mi bolso y adios papel (adiós manzanilla), fue de esta forma que mientras huía de mi trabajo con papel higiénico robado en mi bolso que me di cuenta que a veces llegamos a ser patéticos (y que esto seria una delicia para un psicólogo), entonces jure no llegar nunca mas a estos extremos... siempre y cuando nada huela así.