"Teta roja de sol.
Teta azul de la luna.
Torso mitad coral,
mitad plata y penumbra."
Arlequín - Federico García Lorca
La noche anterior Cheíto estaba seguro de que lo había oído, el silbido venía de la sala, y se colaba por el pasillo para robarle el sueño, luego escuchó la risa disimulada. Cualquier otro niño pudo cerrar los ojos y esconderse debajo de las sábanas, pero algo no dejó que lo hiciera, quizá la curiosidad o algo de realismo recién descubierto a sus siete años, donde nunca sintió temor de dormir en el cuarto de arriba, muy independiente para alguien de su edad; nunca tan acosado por la imaginación hasta ahora. De pronto pensó que cerrar los ojos significaría ser arrebatado por algo de su cama. El silbido subía de intensidad y cada vez era más cercano, nunca tan fuerte como para que sus padres lo escucharan y siempre preciso para que su temor despertara, fu fu fu; el silbido. Cheíto estaba seguro que se trataba del arlequín que adornaba la sala, cuando el silbido se hizo más fuerte, escuchó el sonido de cascabeles y un grito se le escapó de la garganta rompiendo en histerismo, fue entonces como sintió el orine corriéndose por sus muslos e invadiendo el colchón y fuertes pasos en el piso de madera del corredor. Cuando sus padres subieron a su habitación intuyeron que sólo había sido un mal sueño, por más preguntas que hicieron él no habló nunca sobre el muñeco. Menos cuando su madre encontró al arlequín en el jardín, como si el mismo Cheíto en alguna travesura lo hubiese arrojado desde la sala del segundo piso por la ventana. Entonces sin decirle nada lo colocó de nuevo donde solía estar.
"Es una excusa por haberse meado en la cama" "que es el nintendo" "que es la televisión". No. Sabía que no le creerían entonces decidió no hablar sobre el incidente. Él lo sabía, era el arlequín. Durante el día sentía el poder de estar cara a cara frente al muñeco de porcelana de la cara blanca y la ropa esmeralda, siempre y cuando no estuviese solo en casa. Observó los labios oscuros recreando cierta sonrisa y la mirada fotográfica en el rostro del arlequín. Entonces casi sin inmutarse buscó en las gavetas del seibó, las manos registraban torpemente y se detuvieron hasta sostener el oxidado mango de un martillo. Frente a frente al arlequín y escuchando el sonido del televisor en el cuarto de sus padres que venía del piso de abajo, Cheíto arremetió contra las piernas de porcelana del muñeco tratando de no ensuciar sus brillantes pantalones negros, quiso machacar los cascabeles que le adornaban las zapatillas pero no quería poner tan pronto en evidencia el crimen que había realizado; además no estorbaba la idea de mantener funcionando los cascabeles, el sonido siempre le advertía. Aunque el arlequín nunca reaccionó ante este hecho, Cheíto pudo notar algo raro en su tenebrosa cara pintada. Como queriendo salir, pero el día lo protegía, la luz y la compañía lo mantenían a salvo.
Pero cuando la noche llegó y el silbido le arrancó el sueño de los ojos Cheíto sintió el doble de temor, el arlequín quería venganza, dañarle las piernas no había funcionado y entonces el sudor empezó a mojarle el pecho y la frente, fu fu fu el silbido, las rodillas empezaron a temblar y entonces cuando se disponía a gritar una mano furiosa invadió las sábanas.Sólo pudo ver la silueta de un hombre que se lo llevaba, entre su inútil lucha notó como el hombre oscuro tropezó contra el mueble dejando caer el muñeco de las piernas rotas y sus cascabeles sonaron otra vez. El terror se escapó por sus ojos al ver que alguien se lo llevaba por la ventana mientras tirado cerca del marco logró ver la cara del arlequín con los ojos hechos agua, y aunque hubiese podido gritar por ayuda, sentía vergüenza por lo que le había hecho al muñeco de ropa esmeralda. Igual aquella mano furiosa nunca se apartó de su boca y nunca pudo gritar. Días después la prensa anunciaría el secuestro de un niño en la zona,el cual había sido raptado en su propia casa.
9 comentarios:
Aaah me encanto me hizo sentir miedo y después tristeza por el niño y el arlequín...de verdad que me quede pensando...
Daniel Ratti.
Me gusto bastante el giro al final, pensé que terminaría en forma mas simple. Genial
es un poco tétrica e injusta la história, pero me gusto, mi parte favorita fue cómo termino, dió un giro de 360. perfecta Arzola!
Omar Arellano.
UUuufffff, esto si está cargado mi niño. Supiste manejar la tensión en el relato, te felicito.
El final fue una bofetada, me encantó.
Muchas gracias a todos por sus comentarios, les aprecio mucho =)
SIIIIICCCCCCKKKKKKEEEEERRRRRR.
Demonios, que buen escritor que eres. saludos de nuevo por aca.
Después de esto, han vuelto mis pesadillas infantiles protagonizadas por payasos/arlequines/bufones.
Una historia sencilla con una gran magia para atraparte y quedar con deseos de más.
Pobre niño y el Arlequin.
Mi admiración para ti.
Carlos M.
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