"Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros."
Píntame angelitos negros - Andrés Eloy Blanco.
La noche que la escuché llorar no podía entender qué era lo que le pasaba. "Lárgate" fue lo que le escuché gritar cuando nos despertó. Yo nunca había escuchado a mi vecina gritar así. Y me sentí más asustado que confundido. Cuando logré ver sus ojos verdes, estaban hinchados y enrojecidos. Después de todo el negro y yo teníamos más de dos años siendo amigos y esas son muchas horas de Game Boy Color. "No es contigo" me dijo el papá del negro mientras luego trataba de calmarla a ella. La luz se prendió y ella abrazó al negro llorando. El papá de mi amigo le decía "mujer ya para". Esa fue la última vez que me quedé en su casa; aunque la tarde nos siguió alcanzando los fines de semana para intercambiar Pokemones por cable link. Claro, los días en la escuela apenas podíamos hablar, cosas del receso. Aunque recuerdo la tarde que el negro me contó que su mamá tenía casi dos meses despertándolo en la madrugada con llantos. Me contó también sobre las peleas que estaban teniendo su mamá y su papá. "Te estás volviendo loca" Era lo que decía el papá del negro a su mamá. Yo nunca escuché a nadie en casa decir que la vecina del seis estuviese loca. Al contrario a las personas les agradaban ellos. El negro era dos años menor que yo y era hijo único. No como yo, que tengo hermanos pero no los llevo. Por eso empecé a hablar con el negro esas veces que me asomaba por la ventana y él estaba dos ventanas más arriba. Era una suerte que la vecina del cinco no tuviese hijos. No sería lo mismo con otra persona atravesada. Yo nunca escuché a nadie hablar mal de ellos. Los vecinos del seis eran personas tranquilas. Aunque una vez escuché a la conserje decir que la vecina veía un ángel negro pasearse por su casa. "Brujería" decía la conserje. Cuando mi mamá escuchó esto; fuese por la locura o las brujerías de la casa de la vecina del seis. Me dijo que lo mejor era no subir más a dormir a casa del negro. No insistí, pues tuve miedo de ver al ángel negro o lo que fuese. El resto de la semana a penas vi al negro porque pasó los últimos días sin ir a la escuela. Su maestra no me dijo nada. Esa tarde escuché a mamá hablando con la conserje, decían que el papá del negro quería dejar a su esposa, que estaba obsesionada con que alguien le quería quitar a su hijo. Y aunque no quise seguir escuchando cuando empezaron a hablar de la aparición, me sentí tan asustado como curioso. Sabía que no iba a poder dormir, pero era tarde para dejar de escuchar. "Es un ángel de alas negras que se le para en el cuarto al muchacho", "Ave María purísima " dijo mi mamá, y sabía que se trataba del diablo porque sólo mi mamá dice "Ave María purísima" cuando se trata del diablo. Y entonces sentí lastima por el negro, porque él se portaba mejor que yo y no merecía tener al diablo en su casa. Y yo le había pedido el casette de Pokemon Gold por una semana y me lo quedé dos, entonces pensé que seguro el ángel negro vendría por mí. Así que esa noche cuando me asomé por la ventana lo vi, y le dije que iría al día siguiente a llevarle el juego, y si tenía suerte quizá podríamos intercambiar algún Pokemon. Pero entonces vi a la vecina en la otra ventana y no pude entender por qué parecía un maniquí. Pensé que me diría algo pero no me dijo nada. Recordé aquella noche y cómo la vi esa vez con su pelo de alambre y sus ojos verdes enrojecidos. Esa noche le comenté a mamá que iría al pasillo del seis a jugar con el negro al día siguiente y ella dijo que yo no debería estar molestando a "esa gente".
Pero esa noche recordé tanto los gritos de la vecina, que sentí que los escuchaba otra vez. La culpa no dejaba dormir, sentía que debía subir lo antes posible y darle su juego al negro. Sentía miedo de que luego el diablo o lo que sea que saliera en su casa viniese por mí. Entonces no aguanté y mientras todo estaba oscuro me asomé por la ventana y quise que él estuviese asomado dos pisos más arriba para conversar. Pero entonces se hizo tarde, porque cuando vi las alas negras y brillantes cubriendo su ventana, las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas. Y entonces lo vi, el ángel negro tenía cabellos de alambre como la vecina y cara de mujer y ojos de pena, saliendo de la ventana con el negro dormido en brazos y entonces quise gritar pero no me salía la voz. Fue cuando sentí que algo me había reseteado, como cuando se me cuelga el Nintendo 64 y hay que darle "reset" para que funcione. Pero cuando pude recordar estaba amaneciendo, y mi mamá me despertó llorando diciendo que el negro se había muerto. Un día después fuimos al velorio del negro, yo no quise verlo en una caja, porque todos como yo sabían que el negro no había estado enfermo. Pero sólo yo sabía que el ángel se lo había llevado. Aunque el resto dijo que la madrugada de una noche antes la vecina había salido con el negro desmayado y le dijeron que la leucemia apareció y de una vez se lo llevó de este mundo. Y ningún adulto pudo entender. Otros dicen que tampoco los médicos entendieron. Esa vez en el velorio vi a la vecina del seis con sus ojos verdes más enrojecidos que nunca, eran los ojos más hinchados que jamás vi en mi vida. Ella era la mujer más triste del mundo. Fue ahí cuando entendí que el ángel negro también tenía cabellos de alambre porque también se la había llevado a ella. Alguna vez espero volver a jugar Pokemon con mi amigo.
Para Cleismer en su cumpleaños.
4 comentarios:
"Ella era la mujer más triste del mundo."
La historia es tan cinematica, visual y cautivadora. Que talento. Felicitaciones, Dani.
Sin palabras. Nada refleja tanto la perdida como saber que te fuiste con lo que perdiste. ¡Bravo Daniel! Este texto realmente me conmovió.
Gracias por prestar los minutos a leerlo. Ha sido un regalo para alguien. Algo que debía de hace algunos años.
Todo fue como un cuento en vivo y directo :) Saludos.
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